Una semana después.
Sí, fue el día de mi decimoséptimo cumpleaños.
Diecisiete años. Uf, solo un año para la mayoría de edad. ¿Será este año diferente?
Esperaba ese día ansiosamente. No porque me hiciese ilusión cumplir años precisamente, si no por curisidad. Quería saber si este año sería igual o, en cambio, diferente.
Ese día llego. Y aún así nada cambió. En efecto. Lo temía. Fue una oportunidad más para darme otra vez cuenta de lo que realmente le importaba a los demás. Simplemente nada. Y sí, ahora odio ese día. No, no el día de mi cumpleaños, no la fecha. Me encanta cuando está apunto de llegar, pero cuando, al fin, llega... Sencillamente, odio ese momento.
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